El Sol hace viable la vida en la Tierra y, desde el inicio de nuestros tiempos nos ilumina y nos calienta. Hace poco más de un siglo, somos capaces de aprovechar su energía para convertirla en uno de nuestros bienes más preciados, la electricidad.
¿Cómo generamos electricidad a partir de la radiación solar?
Existen varias tecnologías que permiten extraer electricidad de la irradiación solar. Uno de ellos es el efecto fotovoltaico, que transforma de forma directa la luz del sol en electricidad. Mediante el uso de paneles fotovoltaicos compuestos de varias células de silicio, se genera una corriente eléctrica al incidir los fotones de luz solar sobre ellos. La corriente que se produce es continua y, para poder aprovecharla adecuadamente, es necesario convertirla a través de un inversor en corriente alterna.
Inicialmente la energía fotovoltaica se aplicó en el sector aeroespacial y fue a mediados del siglo XX cuando los avances tecnológicos y regulatorios la posicionaron como una alternativa real a la generación de electricidad convencional. Hoy en día es una de las fuentes de generación renovable más extendidas y baratas gracias al bajo coste de los paneles.
En España tenemos el mayor recurso solar de todos los países de Europa además de una extensión de tierra suficiente y apropiada para desarrollar nuevos proyectos. Se prevé que en España alcancemos 37 GW de capacidad instalada fotovoltaica en 2030, lo que supone multiplicar por cuatro la capacidad actual.
¿Cuáles son los beneficios de la energía fotovoltaica?
Es una fuente de energía inagotable, de combustible gratuito, no contamina y contribuye al desarrollo sostenible favoreciendo la empleabilidad en zonas poco pobladas donde por su climatología gozan de muchas horas de sol al año. Además, la inversión inicial de este tipo de plantas se ha reducido significativamente en los últimos años, siendo los costes de operación y mantenimiento bajos.
Otra de las ventajas de esta tecnología es su modularidad, pudiendo construirse desde enormes plantas fotovoltaicas hasta pequeños paneles para autoconsumo, incluso en sitios remotos donde las redes eléctricas no llegan.
Para demostrar las ventajas de esta energía, nos trasladamos hasta Bangladesh, en la India. Allí, con la llegada de los monzones, un tercio del país se inunda provocando que los ríos se desborden y dejando a miles de niños sin la posibilidad de ir a sus escuelas. Para tratar de minimizar el impacto de estos fenómenos climatológicos, el arquitecto Mohammed Rezwan tuvo la gran idea de crear barcos escuela.
Rezwan fundó la ONG Shidhulai Swanirvar Sangstha, con una idea sencilla, “si los niños no pueden ir a la escuela, la escuela va a los niños”. Cada barco está dotado por paneles solares que abastecen de electricidad a estas escuelas que sirven de autobús y aula de formación al mismo tiempo. Las luces, los ordenadores, el acceso a internet e incluso impresoras funcionan gracias a los paneles fotovoltaicos instalados en sus techos.
La idea de los barcos flotantes fotovoltaicos se ha extendido y ahora se han puesto en marcha clínicas flotantes, que recorren los ríos y permiten a los habitantes someterse a sus tratamientos y revisiones médicas a tiempo.
Pero no solo usan paneles solares, la ONG ha desarrollado su propia linterna solar a partir de partes recicladas de lámparas de queroseno. Estas linternas, dotadas con una bombilla de 5 vatios, constituyen una forma efectiva de llevar luz a las familias más desfavorecidas para que sus hijos puedan formarse y sus padres puedan llevar a cabo labores de artesanía.
– Escrito por Marta Hernando y Paula Mateos –